domingo, 28 de marzo de 2010

Heinz Konsalik - El Medico De Stalingrado




Konsalik nos habla de las circunstancias en que se vivía en un campo de trabajo ruso después de la II Guerra Mundial, y toca también ligeramente la situación en los campos de castigo rusos. Los protagonistas, unos médicos alemanes y sus guardianes rusos, evolucionan desde el odio más encarnizado hasta un entendimiento humano y conmovedor. En algunos casos incluso al amor; por parte de los alemanes un amor condicionado por la soledad y la separación de los suyos que les arrojan en brazos de las fogosas, celosas hasta matar y morir, casi salvajes oficiales rusas; por parte de éstas un amor rabioso que no comienza con la piedad sino al contrario, ésta viene después del enamoramiento, que se produjo por admiración, por el contraste de estos hombres con los suyos.
Así, nos cuenta la historia de unos médicos alemanes que han sido internados en un campo de trabajo como prisioneros de guerra. Más tarde, según el Plan de 1950, con la intención de retenerles más tiempo por el bien de la causa comunista y de la gran madrecita Rusia como trabajadores-esclavos, se les declarará, a aquellos aún aptos para trabajar, prisioneros criminales.
La acción se inicia con un mutuo odio atroz por parte de ambos bandos y se va desarrollando hacia un punto de encuentro basado en la admiración y el respeto, pero sólo entre los oficiales protagonistas, mientras los demás siguen sufriendo las más duras condiciones de vida y muerte. Narra cómo los prisioneros mueren en los campos por falta de energía y alimento, y las comilonas que se permiten los comisarios y militares rusos; cómo mueren de frío los primeros, y los uniformes y abrigos de buen paño que llevan los últimos; cómo, los presos, carecen de las más elementales condiciones de higiene, de una enfermería digna, de cualquier tipo de libertad, de ningún derecho…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Novela grotesca, me parece muy benévolo el trato a los Alemanes criminales que llevaron muerte y desolación fuera de sus fronteras personalmente jamás hubiese tomado prisioneros, habrían abonado los campos, como siempre tratan de hacer quedar mal al heroico pueblo ruso que quebró el espinazo de la basura alemana sino miren las rumas de cadáveres de alemanes en las afueras de Estalingrado parecido al basurero de un país del tercer mundo, igualitos basura arrumada.